La flacidez es la pérdida de firmeza de la piel debido a la disminución o debilidad de los tejidos de sostén, colágeno y elastina. Su localización más frecuente es en las zonas del rostro (papada y caída en ángulo mandibular o párpados), cara interna de los muslos, cara interna de los brazos, el abdomen y los glúteos.

Existen diversas causas, una de las más frecuentes es el paso del tiempo debido a que las proteínas que mantienen la piel firme y adherida sobre los músculos van perdiendo eficacia con el paso de los años.

A su vez, están los orígenes asociados a la obesidad, los embarazos (especialmente la multiparidad o exceso de distensión abdominal por sobrepeso o embarazo múltiple), el adelgazamiento brusco o cambios reiterados de peso, una alimentación pobre en proteínas, exceso de glúcidos y harinas, el sedentarismo y la exposición exagerada al sol.

Para retardar su aparición es conveniente tener en cuenta el estilo de vida de cada paciente y cuáles son sus hábitos de consumo. Es importante reconocer tempranamente y actuar sobre determinados hábitos que impactan sobre la aparición de la flacidez: una alimentación excesiva en grasas, la presencia de toxinas y el sedentarismo deben evitarse.

Por otro lado, mantener una vida activa en ejercicios es muy favorable, en particular, todos aquellos que impliquen un trabajo localizado como la musculación, gimnasia localizada o natación. En caso de no tener tiempo para meterse en un gimnasio o practicar un deporte se puede realizar caminatas a paso rápido por unos treinta minutos diarios. 

Por último, es conviene tener cuidado de una sobreexposición al sol, muchas veces producen un agravamiento ya que los rayos solares van deteriorando a la colágena y la elastina, propiciando la aparición de flacidez, arrugas y manchas en la piel.